Preocupación de los científicos

Desde que comencé este proyecto he intentado enfocar mi energía en las soluciones y no en los problemas. Antes solía recrearme en la crítica constante a todo lo que me rodeaba, pero me di cuenta que era mejor centrarse en lo que uno cree que debe hacer, sin preocuparse tanto en lo que hagan los demás.

Sin embargo, una cosa es sobrellevar la “ecoansiedad” con una mirada positiva, y otra muy diferente, es vivir en la ignorancia. La magnitud de los problemas a los que nos enfrentamos es tal, que requiere por lo menos, exponer alguno de ellos.

En los últimos años numerosos estudios han publicado que la corriente oceánica AMOC (Corriente Meridional de Lazo), que baña las costas de Francia, Inglaterra, Noruega… liberando calor y humedad, se está debilitando. Esta corriente es responsable del clima tan benigno de Europa, y su parada significaría el inicio de otra era glaciar en Europa y la derivación de flujos calientes hacia zonas tropicales aumentando los eventos climáticos devastadores. Pues bien, un estudio del pasado verano establecía la fecha probable de colapso de la AMOC entre 2025 y 2095. Otro más reciente, que solo tiene en cuenta el efecto de una mancha de agua fría que se está formando al sur de Groenlandia (agua dulce producto del deshielo a consecuencia del calentamiento global producido por la actividad humana), concluye que en 25 años se produciría la detención de la AMOC en un 95%.

Las consecuencias de que esto pasara serían bestiales: una reducción de la temperatura de 3 grados por década, lo que supondría que Europa quedaría bajo el hielo de París para arriba. España podría ser habitable, pero la cantidad de refugiados climáticos sería tan enorme que tus hijos o tus nietos no conocerán tu pueblo tal y como es ahora.

Desde luego son modelos, no es la realidad. Pero en la realidad ya se están viendo los efectos de este fenómeno, y uno que no se puede negar es la sequía generalizada. La cuestión es: ¿de veras estamos dispuestos a arriesgarnos a vivir esa catástrofe no haciendo nada para evitarla? ¿No es suficiente lo que estamos sufriendo ya? ¿No vamos a cambiar sabiendo que la tormenta Daniel que arrasó Grecia, el próximo verano nos puede destrozar a nosotros?

Evidentemente los cambios pasan por reducir drásticamente el consumo de combustibles fósiles y las alternativas deberían impulsarse desde la política, algo que no van a hacer mientras no se exija. Pero en lo individual, podemos crear ejemplo e ir adaptando nuestra forma de vida al necesario descenso de los niveles de consumo energético y material que el momento histórico requiere. Lo fundamental bajo mi criterio sería:

- Consumir muy pocos alimentos de origen animal. Si se hace, que sea producto local.

- Comprar solo la ropa necesaria.

- No comprar tecnología. Reutilizar y estirar la vida útil de los coches, móviles, ordenadores, electrodomésticos... al máximo posible. Lo sé, la economía se resentirá, pero es que no se va a poder sostener de todos modos.

- Viajar solo lo necesario. El transporte debe reservarse para las actividades prioritarias como la agricultura, la sanidad, la educación o la cultura.

- Reducir el consumo de redes sociales y plataformas. Todo consume: los audios consumen, los memes consumen, el streaming consume. Los centro de almacenamiento de datos requieren ingentes cantidades de energía y agua.

Y por supuesto, APOYA LA PRODUCCIÓN ECOLÓGICA Y DE PROXIMIDAD.

Dejo enlazado un vídeo donde el experto Antonio Turiel explica mejor el problema de la corriente oceánica.

No sufras, no le des muchas vueltas. Mejor actúa.

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